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domingo, 14 de julio de 2013

Bujarin y los enemigos de los bolcheviques


En 1936, Bujarin fue enviado a París, para negociar con el menchevique Nikolaïevski, que poseía ciertos manuscritos de Marx y de Engels (La Ideología alemana). La Unión Soviética quería comprárselos. Nikolaïevski testimonió sobre estas entrevistas con Bujarin: "Bujarin tenía el aire de aspirar al sosiego, lejos de la fatiga que le imponía la vida en Moscú. Estaba fatigado" (El asunto Bujarin, Blacc y Kaisergrüber, Ed. Maspero, 1979, p.64). "Bujarin me dejó entender indirectamente que se sentía embargado de un gran pesimismo por lo del Asia central y que había perdido sus deseos de vivir. Entretanto, no quería suicidarse" (El asunto, p.79). Así Bujarin aparece en 1936 como un "viejo bolchevique", moralmente acabado, invadido por el espíritu de la capitulación y del derrotismo.

El menchevique Nikolaïevski continúa: "Yo conocía la orden del Partido prohibiendo a los comunistas hablar con aquellos que no eran miembros informándoles de los asuntos interiores del Partido. Tuvimos, no obstante, numerosas conversaciones sobre la situación interna del Partido. Bujarin tenía necesidad de hablar" (Idem, p.65). Bujarin, el "viejo bolchevique", rompió las reglas más elementales de un Partido comunista ante un enemigo político. "Fanny Yezerskaïa intentó persuadirle de que se quedara en el extranjero. Él le dijo que era necesario fundar un periódico de oposición en el extranjero, un periódico que sería informado de la realidad de lo que pasaba en Rusia y que por ello podría ejercer una gran influencia. Ella afirmaba que Bujarin era el único en poder llenar este papel. Pero me informó que Bujarin le respondió: "No creo que pueda vivir sin Rusia. Estamos habituados a lo que pasa y a la tensión que reina" (Idem, p.64). Bujarin se dejó poner en contacto con los enemigos que tramaban el derrumbamiento del régimen bolchevique; su respuesta evasiva demuestra que no iba a adoptar una actitud de principios a la propuesta provocadora de dirigir una revista anti-bolchevique en el extranjero.

Nikolaïevski continúa su testimonio: "Cuando estuvimos en Copenhague, Bujarin me recordó que Trotski se encontraba relativamente cerca de nosotros en Oslo. Con un guiño, me sugirió: ¿¡y si tomáramos la maleta para irnos a pasar un día con Trotski!?, y continuó: "Evidentemente, nos hemos batido a muerte, pero esto no me impide el sentir por él un gran respeto" (Idem, p.65). En París, Bujarin visitó también al jefe menchevique Fedor Dan, al cual le confió que a sus ojos, Stalin no era "un hombre sino un diablo" (Idem, p.365).

En 1936, Trotski era ya un contrarrevolucionario irreductible, predicando el terrorismo, partidario de una insurrección anti-bolchevique. Dan era uno de los principales jefes socialdemócratas de la contrarrevolución. Bujarin se estaba aproximando políticamente a estos dos individuos.

Nikolaïevski, sigue su relato: "Me pidió un día que le encontrara el boletín de Trotski para poder leer sus últimos números. Le entregue igualmente publicaciones socialistas, comprendido el Sotsialistivhesky Vestnik (Idem, p.72). "Un artículo del último número contenía un análisis del plan Gorky intentando reagrupar a los  intelectuales en un partido separado para tomar parte en las elecciones. Bujarin declaró: ‘Un segundo partido es necesario. Si sólo hay una lista electoral, sin oposición, esto equivale al nazismo’. (Idem, p.72). "Bujarin sacó una estilográfica: 'Con ésta la Nueva Constitución soviética ha sido enteramente redactada, de la primera a la última palabra'. Bujarin estaba muy orgulloso de esta Constitución. En el conjunto, era un cuadro bien concebido para una transición pacífica de la dictadura de un partido a una verdadera democracia popular" (Idem, p.77). "Interesándose" por las ideas de Trotski y de los socialdemócratas, Bujarin vino a reemprender su tesis principal de la necesidad de un partido de oposición antibolchevique, que llegara necesariamente a ser el punto de agrupación de todas las fuerzas reaccionarias.

Nikolaïevski sigue: "El humanismo de Bujarin es debido en gran parte a la crueldad de la colectivización y al combate interno que desencadenó en el seno del Partido. (...) "No son ya seres humanos -decía Bujarin-, son realmente engranajes de una máquina horrorosa. Se produce una deshumanización total de las gentes que trabajan en el seno del aparato soviético" (Idem, p.73). "Bogdanov había previsto, a principios de la revolución bolchevique, el nacimiento de la dictadura de una nueva clase de dirigentes económicos. Pensador original, y el segundo en importancia entre los bolcheviques, Bogdanov jugó un gran papel en la educación de Bujarin. Bujarin no estaba de acuerdo con las conclusiones de Bogdanov, pero comprendía que el gran peligro del "socialismo hecho deprisa", que los bolcheviques llevaron a cabo, era la creación de una dictadura de la nueva clase. Bujarin y yo habíamos hablado ampliamente de esta cuestión" (Idem, p.76). En el curso de los años 1918-20, como efecto de la lucha de clases, todos los elementos burgueses en el movimiento obrero se pasaron al lado de la reacción zarista e imperialista, en nombre del "humanismo". Lucharon al lado de los intervencionistas anglofranceses, y por lo tanto, junto a los regímenes colonialistas más terroríficos, pero, todos estos hombres, desde Pléjanov hasta Bogdanov, habían denunciado a la "dictadura" y la "nueva clase de los aristócratas bolcheviques" en la Unión Soviética. En las condiciones de la lucha de clases de los años treinta, Bujarin siguió sus mismos pasos.

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